Es por ello que, la investigadora, Laura Gould, después de perder a su hija María, por muerte súbita a la edad de 15 meses en 1997, le pidió al neurólogo de Langone Health de la NYU, Orrin Devinsky, MD, que cofundara el Registro SUDC y la Investigación Colaborativa (SUDCRRC). Desde entonces, el personal del registro ha trabajado con los padres en duelo para inscribir a sus familias en este registro de muestras genéticas de los padres y el niño fallecido.
Este nuevo estudio, publicado el 20 de Diciembre, es el primero en identificar las diferencias genéticas presentes en un gran grupo de casos, en niños que murieron entre las edades de 1 y 4 años.
Los investigadores de la Escuela de Medicina Grossman de la NYU, analizaron los códigos de ADN de 124 pares de padres y de sus hijos fallecidos. Descubrieron que casi el 9 por ciento, o 11 de los 124 niños, tenían cambios en el código de ADN en los genes que regulan la función del calcio. Estos pueden causar arritmias o convulsiones, las incrementan el riesgo de muerte súbita.
Los investigadores también descubrieron gran parte de estos cambios en el ADN eran nuevos. Las mutaciones no se heredaron, sino que surgieron al azar en los hijos de padres que no tenían ese cambio genético, dice Gould. Por lo tanto, es poco probable que vuelva a ocurrir si la misma pareja tiene otro hijo. Información muy alentadora para las familias que quieren tener otro hijo.
Richard Tsien, DPhil, presidente de del Departamento de Neurociencia y Fisiología y director del Instituto de Neurociencia de NYU Langone. “Además de brindar consuelo a los padres, los nuevos hallazgos sobre los cambios genéticos involucrados se acumularán con el tiempo, revelarán los mecanismos responsables y servirán como base para nuevos enfoques de tratamiento”.